Hombre,
mujer, niño, sujeto que se asemeja a bestia o animal salvaje, no temáis a la
hora de confesar vuestro crimen secreto mejor guardado. Este es el momento que
estabais esperando, en el que las viejas antinomias abandonan su nido moral y
los espectros de la noche bailan desnudos, preparados para fornicar con las
palabras. Las historias que se niegan a ser contadas solo para satisfacer el
espíritu de la "dignidad humana" y que se esconden en lo más oscuro
del corazón, mientras los grandes presidentes y figuras valiosas dictan las
peores sentencias hacia el verdadero espíritu humano, en el que coexisten la
libertad y la perversión.
Que
nadie se vea obligado a una palpitación indeseada, más bien esta es una
invitación para aquellos que anhelan liberarse del dolor. Dolor causado por esa
vieja cláusula, veneno de todos los Hombres, que nos obliga a permanecer en las
sombras con nuestro fulgor aprisionado, esa que dice que el placer es un
pecado. A quien sufra un orgasmo, ya sea en la pasión, en la locura o bajo el
hechizo de un sueño, aquí mi mejor intento para aliviar su pesada carga.
Nada
que pertenezca al pensamiento es abominable; la idea de que lo claramente
definido por la conciencia deba ser condenado es la peor de las supresiones
hacia el individuo. Todos pensamos en matar, destruir o corromper porque esto
está grabado en nuestra sangre, y nada debe hacernos creer que aquello es un
síntoma de locura. La realidad es que muy pocos encuentran su verdadero placer
y en el peor de los casos solo se responde a una naturaleza que no quiere
olvidar sus raíces. Pero el olvido es la mejor forma de dominio, es por esto
que nos dicen qué es exactamente lo que debemos desear, soñar y hasta fantasear
Las
peores violaciones son las que prohíben la imaginación; Todos hemos trabajado
horas diarias por días, meses, años, sin ninguna satisfacción más que la de una
ridículamente pequeña recompensa. Esto no representa la peor escena para el
hombre o mujer mediocre, pero sí para el que necesita un tiempo de vuelo en su
mente. Todo lo que sujete aquel espíritu
de curiosidad y limite nuestro sendero, simulando otorgar un mundo de
posibilidades está atentando directamente con nuestro estímulo más profundo, la
nostalgia. Una vez que olvidamos ser nostálgicos perdemos lo más valioso de la
creatividad, y es algo que no se recupera. Violar es una palabra muy fuerte,
sin embargo debe ser parte de la imaginación siempre.
El
suicidio, o el deseo de suicidarse es un indicio de que empezamos a comprender
las cosas; Nadie permanece en la sinceridad sin un atisbo de insinuación hacia
la muerte. Las únicas ambigüedades que no deben tenerse en cuenta son las
realizadas como ritos. Me refiero a esas estúpidas ideas de la muerte como
recurso del arte, o como refugio de la incomprensión humana. Podemos entender
la muerte personal como el final de un insoportable trayecto de decepciones y
placeres jamás resueltos, pero nunca como una fuente de inspiración. La
inteligencia humana debería medirse según su opinión y método para resolver el
tema sobre la muerte.
La
vergüenza es agradable a la vista, pero es la suciedad más repugnante que puede
llevar una persona a una fiesta; Nadie debería avergonzarse de sus deseos,
pensamientos u opiniones. Una vez que aquella felicidad infantil es considerada
algo prohibido se vuelve oscuro, se torna una perversión no requerida por
nadie, porque la represión es un arma increíblemente destructiva. El adulto que
posee deseos prohibidos suele ser un niño al que avergonzaron por tener sus
propias fantasías.
Por
último no quería dejar de mencionar la mayor carga que soportamos en la edad
moderna: la culpa. Podemos intentar destruir el niño que fuimos, la identidad
que ya no aceptamos y hasta la propia memoria, pero jamás podemos liberarnos de
esta maldita malcriada que se alimenta de los sentimientos de todas las
personas. No hay verdadero placer ni liberación si existe culpa, solo los
moralistas eyaculan sobre esa tortura; los religiosos, los políticos, los
policías, los mediocres. Pero los buscadores del placer humano necesitamos
identificarla y erradicarla de nuestras vidas. El daño que nos satisface es una
vileza que nunca deja de provocarnos, pero aquello que no nos deja dormir no
debe tener entidad, ni nombre. La culpa es la cirrosis del que nunca ha bebido.
Jamás debe ser tomada como la última palabra. Es cierto que el ser humano es
responsable de las peores atrocidades de la historia, y es real que sigue
siendo la mayor amenaza de la existencia, pero lo verdadero aflora. La
profundidad del ser, que abriga el futuro de la inteligencia, nos conduce hacia
el deseo. El deseo es lo único que impulsa hacia la vida, nosotros debemos
desear, anhelar, pervertir aquellos pensamientos que se limitan a comprender el
mundo y transformarlo desde esa percepción única. El invento de vivir no debe
ser lucrativo, todos estamos dispuestos, disponibles y expectantes a la
vorágine y nadie debe ser excluido de ello.
Para
esto es necesario entender que sin importar lo grave que sea, lo tempestuoso
que se presente, la necesidad de satisfacer ese impulso debe ser correspondido
naturalmente. Realizar el primer paso hacia lo oscuro, sin olvidar que este es
el lugar que pertenecemos. Un orgasmo, una vida.
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